OMNILIFE EXITO 2008

lunes, 25 de agosto de 2008

Somos lo que comemos

Autor: Osvaldo "Tucho" Heredia

Aunque el planeta sufre una de las crisis alimentarias más importantes de la historia de la humanidad, mucha gente padece graves enfermedades mientras que otros mueren por mucho comer, por estar sobrealimentados, pero mal.

Tampoco ya valen los mitos que indican que con sólo comer basta; el "contigo, pan y cebolla" o el místico cristiano del pan y el vino no son suficiente para estas épocas.

En sus principios, el hombre se abastecía instintivamente de las proteínas, vitaminas y demás yerbas que necesitaba para su existencia; pero aquellos primeros hombres no conocieron la carne con hormonas, la radiación, los aceites y todos los contaminantes que atacaron años después a los alimentos naturales.

Mucho tiempo vivimos consumiendo productos enteramente naturales; verduras y hortalizas de la huerta casera, pollos de granja criados a maíz y carne de vaca alimentada sin agregados para engorde, recién descuartizada y sin tanto congelamiento.

Todavía recuerdo a mi madre escogiendo un pollo para que yo lo atrapara, luego calentar la olla con agua, ayudar a pelarlo para cocinar un rico guisado de arroz; aquel animalito que habíamos criado arrojándole maíz y cuidándolo de perros y comadrejas era después nuestro natural alimento, nunca conoció la hormona o el pienso con dioxina y su cadáver nunca ingresó a una congeladora. Pero poco a poco, los compuestos sintéticos, las sustancias prohibidas, el congelamiento, la cocción artificial, en fin, la industrialización de los alimentos, provocaron un cambio gravitante en la salud, en los hábitos, en el carácter y hasta en la forma de los seres humanos.

Cuando terminó la Segunda Guerra Mundial comenzaron las situaciones graves en el plano alimenticio. Al ganado que había quwedado, débil y enflaquecido, lo trataron con una hormona denominada DES que causó la muerte de miles de personas.
Los alimentos ya no nos dan todo lo que necesitamos, las mezclas y compuestos extraños inhiben el aprovechamiento de las proteínas, vitaminas y minerales en nuestro cuerpo.

En la década del sesenta, la fiebre aftosa comenzó a hacer estragos en Inglaterra, y veinte años después siguieron con el mal de las vacas locas. Eurpoa fue donde acontecieron los hechos más estrepitosos; el agua mineral francesa

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